A través de las conversaciones, nos comportamos como seres sociales: nos relacionamos con las demás personas conversando, tratamos de conseguir nuestros propósitos conversando, rompemos nuestras relaciones conversando o dejando de conversar. Incluso cuando pensamos, en solitario, lo hacemos, casi siempre, en forma de diálogo.” (Tusón Valls, 1997: 11). La conversación es la actividad cotidiana por excelencia que permite la vida social. “La conversación hace posible el trabajo cooperativo -manual o intelectual- y es algo así como el motor y el aceite que permite poner en marcha y engrasar las relaciones sociales.” (Tusón Valls, 1992: 12), es decir, la conversación es el habla que por medio de la interacción permite relacionarnos socialmente en la vida cotidiana. Un auditorio se conforma como tal, gracias a la conversación, lo que quiere decir que si queremos conocer un auditorio, necesitamos estar familiarizados con su conversación, porque a través de ella se asoman sus relaciones sociales, que implican acuerdos, ideas colectivas, propuestas para la acción, códigos de interacción, y emociones acordadas colectivamente a través del sentido común. “Conversar se refiere a las relaciones más típicas de la especie humana: las de convivencia, trato y amistad.” (Tusón Valls, 1992: 12).
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